COMUNICADO FEAP. ACOSO ESCOLAR

Es de suma importancia y urgencia que desde los colectivos de la Salud Mental, pongamos en marcha una reflexión que nos permita entender y atender el fenómeno del Acoso Escolar.

Es de suma importancia y urgencia que desde los colectivos de la Salud Mental, pongamos en marcha una reflexión que nos permita entender y atender el fenómeno del Acoso Escolar. Los protagonistas, en este caso púberes y adolescentes, por su condición de sujetos en proceso de estructuración psíquica, ávidos de experimentar, no siempre cuentan con las herramientas necesarias para contener y no actuar toda su riqueza pulsional y conflictividad emocional. Como profesionales de la salud, nos preocupan estas situaciones de violencia que últimamente aparecen en los medios de comunicación y que, más allá del hecho sensacionalista, son la expresión y el síntoma de una sociedad que necesita ser escuchada y atendida en su malestar. En el caso que nos ocupa, niños y adolescentes, tenemos una gran responsabilidad para con ellos, porque son el futuro de nuestra sociedad. Por lo que es importante que se cuente con un colectivo profesional bien formado y experimentado en psicoterapia que pueda ayudar a los distintos grupos implicados en ello: las familias, los niños y adolescentes, y no olvidemos a los maestros, que por situación, les toca recoger estas angustias.

La violencia escolar, en su condición de acoso, es una forma de violencia entre iguales de difícil erradicación. Entre otras razones, porque la violencia es una forma extrema de comunicación humana, que no hemos sabido encauzar debidamente. En este sentido, la escuela, como reflejo de la sociedad, es cada vez más violenta; violencia que los niños absorben. Cuando esta violencia da la cara en cualquiera de sus vertientes, estamos ante una realidad compleja, que viene sostenida y justificada socialmente, que atañe a los valores morales y las formas relacionales que la propia sociedad genera, alienta o justifica. Aunque resulte paradójico, casi siempre las noticias van por detrás de los acontecimientos, y parece inevitable que algo se tenga que publicitar para que tomemos conciencia de su existencia.

El acoso escolar es una realidad social de complicado manejo. Se trata de una conducta que se manifiesta con un amplio abanico de formas, algunas aceptadas y asumidas incluso por los propios sujetos pasivos de tal violencia, y que pueden ir desde la vejación o el insulto continuado, hasta la violencia física. Sin olvidar que todo ello no solo se puede dar en el ámbito escolar, sino que se expande a través de la red. El universo del acoso escolar es un territorio demasiado extenso como para que permanezca olvidado en el limbo de las realidades negadas. El niño que lo sufre, puede quedar atemorizado, con miedo a establecer nuevas relaciones sociales, a que le aparten de los juegos, a hablar en clase porque cree que se reirán de él, vive con una angustia permanente, por culpa del acoso, y esa angustia tiende a salir hacia fuera, y focalizarla en terceros.

La agresividad bien encauzada, como uno de los factores constitutivos del psiquismo humano, es necesaria en todas nuestras actividades, cultura, deporte. Podríamos decir que es la que da fuerza a nuestras actividades de vida. Pero cuando no está encauzada, no está al servicio de la vida sino de la destructividad, se necesita una atención especial. Este tema tiene que tratarse con sumo cuidado, y llegados al punto de violencia extrema, tendría que haber profesionales bien preparados desde el ámbito clínico-terapéutico en estos sectores en los que se desarrolla la violencia para poderse hacer cargo de estas angustias y poder atender tanto a los chicos, como a las familias y a los profesores. Ya que son situaciones que exceden lo pedagógico que puede ser detectado a través de un protocolo, pasan a lo clínico y se necesita otro tipo de atención. No siempre un protocolo, por muy bueno que sea, detecta estos conflictos, se necesita de la observación y escucha de buenos y experimentados profesionales clínicos que lo manejen. En la línea del pensamiento de la Doctora Sara Zusman de Arbiser en estos momentos desde nuestro colectivo profesional sentimos la obligación de ayudar a poner en palabras hechos que se mantenían silenciados por miedo o por vergüenza.

Sabemos que no es tarea fácil, y que el ser humano siempre va a estar en conflicto entre su agresividad y lo socio-cultural. Pero podemos ayudar con nuestra escucha a reconocer esos conflictos tan humanos y ayudar a vehicularlos de una manera más sana y adaptativa. En el caso de los adolescentes, se trataría de potenciar e incidir en las posibilidades del adolescente y ayudarles a poner en funcionamiento todos los recursos sanos que tienen.

Son muchos los países en los que se está ya trabajando con todos los colectivos implicados en el acoso. Resaltamos el programa KiVa finlandes que, con importantes resultados, esta siendo implantado en otros países.

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